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Nanotecnología, la oportunidad de una nueva revolución industrial (08/08/2013)
Nanotecnología, la oportunidad de una nueva revolución industrial

Las pymes argentinas desembarcan en el sector. Se estima que, en dos años, serán 400 las firmas enfocadas en su desarrollo. Existen proyectos en salud metalmecánica, alimentación y saneamiento ambiental.

Un nanómetro es a un milímetro lo que una pelotita de golf al planeta Tierra. A esta escala 1.000 millones de veces más pequeña que un metro, la materia se comporta diferente y abre las puertas a nuevos materiales y formas de producción. A tal punto, que ya se habla de una próxima revolución industrial, de la mano de las micro y nanotecnologías.
Para promover la incorporación de estas técnicas de avanzada a la producción, el programa Nanopymes, de la Dirección de Relaciones Internacionales del Ministerio de Ciencia, junto a la Unión Europea, ofrece un fondo de 19.600 euros para capacitación y equipamiento, para proyectos, presentados por consorcios público-privados, en las áreas:
z Industria metalmecánica: recubrimientos y tratamientos de superficies y compuestos micro y nanoestructurados.
z Electrónica: diseño y fabricación de sensores para detección de contaminantes ambientales, dispositivos para almacenamiento de energía, celdas fotovoltaicas para energía solar. 
z Salud: biosensores para diagnóstico, biomateriales e ingeniería de tejidos.
z Agroalimentos: prevención de zoonosis (N.d.R.: enfermedades transmitidas de animales a humanos), contaminantes químicos y biológicos en alimentos o packaging biodegradable. 
El objetivo es “agregar valor y conocimiento a los productos y servicios, fortaleciendo la cooperación entre el sector público y privado”, destaca Águeda Menvielle, directora de Relaciones Internacionales del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. 

Un sector clave
La Argentina ocupa el tercer lugar en el mercado latinoamericano en cuanto al desarrollo nanotecnológico, con 11 patentes internacionales, de las cuales nueve corresponden a nanomedicina, según datos del ministerio. “El sector, en 2015, abarcará a 400 pymes en todo el país (hoy son más de 30, según el boletín de la Fundación Argentina de Nanotecnología, FAN) y empleará, en forma directa, a 11.000 personas”, destaca Menvielle.
La nanotecnología es utilizada en diversas aplicaciones que incluyen la industria de la construcción (cementos mejorados, hormigones reforzados), aeroespacial (componentes y sensores para satélites), energía (células fotovoltaicas y materiales aislantes con alta eficiencia energética), alimentación y medioambiente. 
Una de las empresas argentinas que aprovecha la creciente demanda es Nanotek. Desde 2006 y con cinco empleados registra un crecimiento anual de 40%, produciendo nanopartículas y desarrollando nanoprocesos (para remoción de arsénico en agua), entre otros. 
Otro ejemplo es el laboratorio Lipomize. Creada, en 2011, por tres biotecnólogos (Alcides Nicastro, Alejandro Barbarini, Juan Manuel Peralta), un contador (Fernando Bertolín) y un licenciado en Adminsitración de la Universidad Nacional del Litoral (Martin Díaz), la firma desarrolla liposomas para la industria farmacéutica, cosmética y alimenticia. Los liposomas son nanopartículas esféricas que pueden transportar sustancias que se disuelven en lípidos y en agua, liberando el componente activo en forma gradual. “Proporciona una mayor biodisponibilidad, protección y efecto de larga duración para productos farmacéuticos, cosméticos y alimenticios”, explican los responsables de esta pyme alojada en el Parque Tecnológico Litoral Centro, en las afueras de Santa Fe. 

Asociaciones estratégicas
Las aplicaciones de la nanotecnología son amplias: se utilizan nanopartículas para fabricar desde un catéter intravenoso hasta un satélite. En el primer caso, un consorcio integrado por la cordobesa Silmag, fundada en 1973, e investigadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) está desarrollando siliconas antimicrobianas a partir de nanopartículas de plata para catéteres y sondas. 
“Los dispositivos implantados para el drenaje de heridas o en diálisis pueden alojar bacterias. En el 20% de los casos, provocan infecciones intrahospitalarias, cuya mortalidad alcanza al 28%”, apunta Fernando Fungo, investigador de la UNRC y del Conicet, e impulsor de la iniciativa junto a Silmag. 
Fue, en 2011, que Fungo y un grupo de colegas llevaron su propuesta a la empresa, cuya planta está localizada también en Río Cuarto. “Contactamos a los directivos a través de un ex alumno”, cuenta el cintífico. Ese año, a raíz de participar en un congreso, se enteraron de la financiación que ofrece la FAN para transferencia tecnológica. Así, armaron el proyecto y, cuatro meses más tarde, obtuvieron un aporte no reembolsable por 
$ 80.000 para la primera etapa, que consiste en el desarrollo de las nanopartículas de plata, su incorporación a los productos biomédicos (catéteres y sondas), para la obtención de un prototipo. La etapa siguiente requiere mayor tiempo e inversión, ya que involucra ensayos clínicos y aprobación oficiales, así como la constitución de una empresa dedicada al desarrollo y transferencia de conocimiento para la industria. 

Ahora sí, a la estratósfera
En la industria aeroespacial, la nanotecnología también tiene un lugar. De hecho, parte del instrumental que lleva el satélite argentino SAC-D Acuarius, desarrollado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) y la NASA, tiene componentes micro y nanoelectrónicos.
Juan Martín Semegone fue uno de los técnicos del Conicet que trabajó en estos desarrollos para la Conae desde 2004. Una vez lanzado el satélite, en 2011, decidió crear un emprendimiento propio con el know how adquirido. 
Este estudiante de ingeniería electrónica de la UTN se unió a Elías Fliger, ingeniero Industrial por la Universidad de Quilmes y Luciano Rizutto, ingeniero Aeronáutico por la Universidad de La Plata, y crearon Arsultra, una compañía dedicada a desarrollar sistemas operativos y aplicaciones críticas para la industria aeroespacial y siderúrgica.“Desarrollamos sensores para industrias que necesitan medir altas temperaturas, como la siderúrgica, o instrumentos de vibración microelectrónicos”, explica Semegone. 
Para constituir la empresa, con sede en el barrio de Barracas, los emprendedores aplicaron a un Fonsoft (Fondo Sectorial para la Industria del Software, del Ministerio de Ciencia y Tecnología), por $ 130.000, más una contraparte de aportes privados entre los socios, familiares y amigos. “El próximo paso es incorporar nanoelectrónica”, dice Semegone. Para ello, están armando, dentro del programa Nanopymes, un consorcio con la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Fuente: El Cronista