Novedades

Encuesta
´No me iría de vacaciones en enero y febrero´, ¿o sí? (13/09/2015)
´No me iría de vacaciones en enero y febrero´, ¿o sí?

Economistas no ligados a los candidatos advierten un panorama preocupante tras la asunción del próximo gobierno.

Dentro de tres meses, se conocerán las primeras medidas del gobierno que sucederá a Cristina Kirchner. Dentro de cuatro, gran parte de los argentinos tendrá el merecido descanso tras un año intenso.

Pero la Argentina no es un país con un calendario normal. Los candidatos presidenciales han puesto de moda concurrir con sus asesores (futuros ministros) a los programas de televisión en horas insólitas. Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa desfilaron a la medianoche para explicar qué harán si ganan los comicios. ¡A la medianoche!, el eventual sucesor de Cristina Kirchner habla del dólar, de la inflación, de cómo arreglará los problemas del país y con los fondos buitre. A la hora del descanso, los presidenciables te desvelan.

Las costumbres extrañas podrían no terminar ahí. Dos economistas independientes ya advirtieron: “No me iría de vacaciones en enero y febrero”. En los meses del relax, la Argentina vivirá a las corridas, según Ricardo Arriazu y Nicolás Dujovne. Ambos están diciendo lo que Miguel Bein (Scioli), Carlos Melconian (Macri) y Roberto Lavagna (Massa) definieron con palabras edulcoradas como “cambio gradual”, “lluvia de inversiones (y de dólares) y “shock de confianza”.

El viernes, en la Fundación Mediterránea, Arriazu no se anduvo con vueltas: “No hay gradualismo exitoso; eso tiene cinco por ciento de posibilidades de éxito, a lo sumo dos o tres meses. Una política de shock requiere un fuerte liderazgo político, acuerdos con empresarios y gremios, y respaldo (crediticio) externo. ¿Ustedes ven alguien con esas condiciones? No”.

El economista se pronunció por un “gradualismo con shock sectorial”, esto es, medidas que beneficien a sectores claves en generar divisas e inversiones: agro, petróleo, minería y comunicaciones. Para el campo, sugirió eliminar los permisos de exportación (ROE), las retenciones a las economías regionales y una baja gradual para las del maíz y la soja, además de la corrección del tipo de cambio.

Aún se desconoce el verdadero impacto de la corriente de El Niño, pero hay una certeza: los precios futuros de los granos anticipan que la campaña valdrá 4.000 millones de dólares menos que la del ciclo pasado. En tres años, se perdieron 12 mil millones.

La próxima administración asumirá con un superávit comercial amarrete: sólo 3.000 millones de dólares. La industria tiene una balanza deficitaria y el sector energético pasó a ser importador neto. Argentina ya no tiene dólares y los vientos del frente externo están cambiando. La devaluación del peso aparece como ineludible.

“La caída de la actividad y del salario real son inevitables, pero no vamos a tener una crisis del tamaño de las que tuvimos en el pasado”, sentenció Arriazu. Estimó que las reservas alcanzan para pagar el Boden 2015 y llegar a fin de año. “Sólo cuatro meses”, apuntó.

A los problemas ya mencionados, se agregan gasto y déficit fiscal inéditos, presión impositiva récord, pérdida de competitividad por una devaluación que no acompaña ni la suba oficial de precios (12,1 contra 14,7 por ciento en 12 meses), caída de la demanda en Brasil y China.

Está claro, los meses del verano serán tormentosos.

Fuente: La Voz