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Dólares que no alcanzan en un año récord de exportaciones agroindustriales (24/08/2022)
Dólares que no alcanzan en un año récord de exportaciones agroindustriales

• De acuerdo a estimaciones propias, basadas en saldos exportables de granos, precios futuros y estacionalidad del comercio, el 2022 podría cerrar con un flujo de agrodólares (incluye granos, sus derivados, carne bovina y lácteos) cercano a USD 49,5 mil millones, la marca más alta de los años recientes (+13% interanual). Estos números suponen cierta regularización en la comercialización de todos los granos, especialmente de la soja, que viene mostrando un ritmo inusualmente bajo de operaciones en las últimas semanas, pero que deberá corregirse en algún momento de los próximos meses (los granos producidos siempre se venden)

• Este crecimiento estimado en las exportaciones agroindustriales del año se explicaría completamente por suba de precios externos (+17,0%), dado que las cantidades exportadas se estarían reduciendo (en promedio) levemente (-3,4%). La noticia se agrava considerando que, según el análisis de lo sucedido en últimos 4 años, desde 2019 hasta esta parte, se está colocando en el mercado externo la misma cantidad de productos (con algunos cambios de composición de canasta, por caso, se exporta más maíz y trigo, pero menos soja y derivados)

• En cuanto a la liquidación de los exportadores nucleados en CIARACEC para lo que resta del año, una parte relevante de las exportaciones agroindustriales totales, considerando también saldos exportables y cierta normalización en la comercialización de granos, el flujo de dólares a ingresar en próximos 5 meses (agosto – diciembre) podría estar en el orden de los USD 14,2 mil millones, un promedio de USD 2,8 mil millones mensuales. Ahora bien, en caso de continuar muy ralentizada la venta de la soja, la cifra sería menor, probablemente no muy diferente a la observada el año pasado (USD 12,6 mil millones, USD 2,5 mil millones mensuales)

Exportaciones agro-industriales en niveles máximos

En el primer semestre del año las exportaciones de productos agrícolas, sus principales derivados industriales, de cortes de carne bovina y productos lácteos alcanzaron un récord de USD 25,9 mil millones según estadísticas de INDEC en base a Aduana (+24% ia.). Este flujo incluye envíos de todos los granos (soja, maíz, trigo, sorgo, cebada, girasol, maní), harinas (harina de soja, harina de girasol, de trigo, otros cereales), aceites (aceite de soja, girasol, maní), biocombustibles (biodiesel) y como se mencionase, de carne de vaca en sus distintas modalidades (cortes congelados, enfriados) y de los principales derivados de la leche (leches en polvo, quesos, sueros, etc.).

El crecimiento de las principales exportaciones agroindustriales ha sido determinante para el financiamiento de las importaciones, que luego de años flojos, como lo fueran el 2019 (recesión) y 2020 (primer año de la Pandemia Covid-19) se recuperaron con fuerza en 2021 y lo que va de este año; para tener orden de magnitud, en el primer semestre las exportaciones agroindustriales se ubican USD 10,6 mil millones arriba de los envíos promedio del período 2017-2020 y las importaciones totales (bienes) USD 13,6 mil millones por encima en la comparación con el mismo período (USD 41,2 mil millones versus USD 27,6 mil millones); es decir 3 de cada 4 dólares que fueron utilizados para pagar compras adicionales de bienes del exterior provinieron del excedente de divisas agroindustriales. Considerando restricciones varias que enfrentan otras fuentes de ingreso de divisas se deriva de lo anterior que el aumento de importaciones no hubiese sido tan potente sin los dólares extras del campo, que permitieron abastecer la mayor demanda con un precio de la divisa que se mantuvo, al menos hasta mediados de este año, relativamente controlado.

De acuerdo a estimaciones propias, basadas en saldos exportables de granos, precios futuros y estacionalidad del comercio, el 2022 podría cerrar con un flujo de agro-dólares (productos antes especificados) cercano a USD 49,5 mil millones, la marca más alta de los años recientes (+13% interanual), que casi duplica las divisas generadas por estos mismos sectores en 2018 (que vale recordar fue un mal año en materia de producción agrícola). Esta estimación supone cierta regularización en la comercialización de todos los granos, particularmente de la soja, que como se verá a continuación mostró una ralentización en la primera venta, un ritmo inusualmente bajo de operaciones en las últimas semanas, pero que no puede sostenerse de manera indefinida y en algún momento de los próximos meses debe corregirse (los granos se producen para ser vendidos).

 

¿Mayores volúmenes, precios o ambos factores traccionando?

Las exportaciones agroindustriales pueden crecer por volúmenes, por precios o por ambos factores traccionando en la misma dirección. La sostenibilidad del flujo depende mucho de cuál sea el factor que expande la facturación de los exportadores. Si se explica más por volúmenes que por precios, el proceso puede perdurar más en el tiempo, dado que la expansión revela mayor capacidad competitiva, una producción exportable en expansión; mientras que, por el contrario, si el factor que tracciona son mayores precios externos, la posibilidad de sostener divisas en niveles altos o en expansión pasa a depender de la permanencia de esas elevadas cotizaciones o de precios incluso más altos.

A los efectos de determinar lo sucedido en el caso argentino reciente se construyen índices de cantidades y precios medios de exportación para todos los productos bajo análisis (17 productos, que en realidad algunos de ellos pueden comprender más de una posición arancelaria a 4 o 6 dígitos). Luego se arma un índice general de cantidades, otro de precios y un tercero de facturación, en los que las ponderaciones que se utilizan para construir los dos primeros son las participaciones medias de cada producto en el valor de las exportaciones totales (conjunto de productos) para el período 2019-2021.

Los resultados indican que el crecimiento del valor de las exportaciones agroindustriales de este año (+13,2%) se explicará completamente por suba de precios externos (+17,0%), dado que las cantidades exportadas se estarían reduciendo (en promedio) levemente (- 3,4%). Analizando los últimos 4 años, los volúmenes exportados permanecen prácticamente inalterados, es decir, desde 2019 hasta este año, se está colocando la misma cantidad de producto (con algunos cambios de composición de canasta, por caso, se exporta más maíz y trigo, pero menos soja y derivados de soja). Por el contrario, los precios externos, que estuviesen muy estabilizados en el 2020, vienen creciendo desde el año pasado (+32% ia. en 2021) y este año.

El problema del crecimiento de las exportaciones basado en precios es que los dólares que se agregan en un ciclo alcista, se pierden cuando el ciclo se revierte. En otras palabras, pasan a ser muy relevante los determinantes de la suba de precios externos, sí se trata de factores estructurales (que pueden perdurar) o cíclicos (que se revierten). Los elevados precios actuales probablemente se expliquen por una combinación de factores, algunos de ellos estructurales (daño en la capacidad de producción de Ucrania por invasión rusa, límites a la expansión de la frontera agrícola en países líderes, mayor demanda de biocombustibles a los efectos de reducir dependencia de petróleo / gas natural de proveedores inestables, etc.), pero claramente también hay cuestiones cíclicas, tales como los recortes de producción que han tenido algunos países relevantes en las últimas dos campañas por cuestiones climáticas, que se superan cuando el clima vuelve a la normalidad (o incluso se muestra más favorable que lo normal). Por tanto, es probable que las cotizaciones de las commodities agrícolas y agro-alimentos se mantengan en un escalón superior al de años previos (que no se vuelva a una soja de USD 350-400 / ton), pero debe advertirse que un descenso de precios respecto de los techos alcanzados en 2021/2022 (soja por encima de USD 600 / ton) es un escenario perfectamente posible para un futuro no tan lejano (¿500/550 / ton en 2023?).

Los dólares que el gobierno espera (y desespera)

En el apartado anterior se hizo referencia a un récord de exportaciones agroindustriales este año, apalancado en un contexto excepcional de precios internacionales de commodities. A pesar de este favorable momentum del principal sector exportador, el importante superávit comercial que tenía el país se ha ido perdiendo con el transcurso de los meses, de la mano de un fuerte aumento de importaciones, presionadas desde distintos lados, el buen nivel de actividad de la industria, el encarecimiento de las importaciones energéticas, el adelanto de compras de insumos y bienes intermedios por temor a una devaluación, etc. 

Hasta el primer semestre del año las exportaciones fueron fluidas y siempre superiores a las del año pasado en el mes a mes, pero en las últimas semanas han aparecido signos de interrogación respecto de cómo continúa este proceso. Sucede que la liquidación de exportaciones de CIARACEC, que aproxima bastante (y adelanta un mes) la dinámica de las exportaciones de granos y derivados que luego publica INDEC, marcó en julio un número atípico para lo que venía siendo el flujo de exportaciones de meses previos, el momento del año y el contexto de precios internacionales.

En julio las empresas de CIARACEC liquidaron USD 3.164 millones de exportaciones, una cifra que representa una caída muy importante respecto de los dos meses previos (USD 3.815 millones y USD 4.232 millones), pero que es llamativamente también menor a la del mismo mes del año pasado (USD 3.520 millones), algo que no había sucedido en lo que va del 2022.

Con precios internacionales que se mantienen por encima de los del año pasado, la menor liquidación de exportaciones puede obedecer sólo a una caída en los volúmenes exportados y/o demoras en el ingreso de dólares al país.

Pensando en el porqué de la fuerte desaceleración en la liquidación de los exportadores, no pueden obviarse el contexto de incertidumbre macroeconómica generada por la depreciación de la moneda en los mercados libres, la pérdida de reservas del BCRA, la ampliación de la brecha cambiaria, el recambio de autoridades en el Ministerio de Economía de la Nación y la promesa de una mejora de las condiciones de exportación para el principal complejo exportador del país (sojero). Todos estos factores seguramente percutieron (y percuten) tanto sobre la primera venta de los granos (venta interna, de productor a industria, de productor a exportador) como sobre la segunda (exportación de los granos o de sus derivados industriales).

 

Respecto a la primera venta, que es donde se tienen más estadísticas, en el caso de la soja, los números oficiales muestran efectivamente una importante desaceleración de las ventas semanales desde mediados de junio, que se continúa hasta las primeras semanas de agosto. De una comercialización semanal de 800 mil toneladas aproximadamente en junio, se bajó a 520 mil en julio e incluso menos en agosto.

 Al 10 de agosto había 14,6 millones de toneladas vendidas a precio cerrado, para una campaña total de 44,0 millones de toneladas, sólo el 33% de lo producido un porcentaje bajo para el momento del año. Algo que debe aclararse es que la soja ya está producida y que se terminará por vender, sino es en las próximas semanas será en los próximos meses y el año que viene.

Según patrón histórico, el 75% de la soja producida en el ciclo está ya vendida hacia fines de diciembre; nótese que para que se verifique este patrón en este ciclo deberían salir al mercado en lo que queda de agosto y hasta fines del año unos 18,4 millones de toneladas de soja, un flujo de ventas a precio cerrado de 920 mil toneladas semanales en promedio (que a un precio de USD 580 / ton, equivalen a USD 534 millones semanales, y considerando las 20 semanas hasta lo que resta del año, un total de USD 10,7 mil millones). Ahora bien, este flujo de ventas semanales simulado es una cifra muy superior a la que se viene observando en el mercado, que implicaría una aceleración relevante en la comercialización y que en el contexto actual parecería alejado. Un escenario más probable sería aquel de cierta aceleración, pero con ventas que no superan las 700 mil toneladas semanales promedio de aquí a fin de año (14 millones de toneladas vendidas, se llegaría a ventas acumuladas por el 65% de lo producido).

En cuanto a la liquidación de los exportadores para lo que resta del año (CIARACEC), si se consideran los saldos exportables de todos los granos ya producidos y cierta regularización de la comercialización de la soja, tal como la referida anteriormente, el flujo de dólares a ingresar en los últimos 5 meses (agosto – diciembre) podría estar en el orden de los USD 14,2 mil millones, un promedio de USD 2,8 mil millones mensuales. Ahora bien, en caso de continuar muy ralentizada la venta de la soja, la cifra sería menor, probablemente no muy diferente a la observada el año pasado (USD 12,6 mil millones, USD 2,5 mil millones mensuales).

El menor aporte del trigo se sentiría recién en el 2023

Es muy probable que el ciclo 2022/23 de cultivos de invierno, particularmente de trigo, no sea tan favorable como el del año pasado; hasta el momento se sabe que la producción se ubicará un escalón por debajo por menor área sembrada y muy posiblemente también por caída de rindes medios. Respecto del área implantada, todas las fuentes de información coinciden en un importante ajuste de superficie, de entre 600 mil hectáreas (-9% ia., Bolsa de Cereales de Buenos Aires) y 1 millón de hectáreas (-14,5% ia., Bolsa de Comercio de Rosario).  

Como la siembra arrancó y continuó durante varias semanas con escasas reservas de agua y condiciones climáticas poco favorables, el estado de los cultivos no es el óptimo para la fecha y se muestra desmejorado respecto del año pasado. Según los relevamientos periódicos de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el 18% de la superficie sembrada con trigo estaba en condición excelente / buena al 11 de agosto, cuando para la misma fecha del año pasado este porcentaje era del 47%. Debe advertirse también que, en un contexto de falta de agua y elevados precios de fertilizantes, el retorno esperado de este tipo de aplicaciones se ve reducido y por tanto es probable que la tecnología aplicada al cultivo en esta campaña no se encuentre al mismo nivel del año previo.

Todo lo anterior permite inferir que, además de la caída de superficie, la campaña tendrá un rinde medio que quedará probablemente por debajo del logrado en el ciclo previo, que además fue muy bueno (3,3 ton / hectárea). Dada la menor superficie y suponiendo un rinde medio que ajusta un 5%, la producción podría estar ubicándose en un rango de 18- 19 millones de toneladas, 3,5 - 4,5 millones menos que en el ciclo 2021/2022 (una caída de volúmenes de entre 15% y 20%). El saldo exportable se reduciría en magnitud equivalente a la caída de producción, considerando que es altamente probable que el gobierno siga administrando volúmenes exportados (imponiendo restricciones) de forma tal que el abastecimiento al mercado interno sea similar al de este año, que quede fuera del ajuste de la producción.

La generación de divisas, como ya se mencionase anteriormente, depende tanto de volúmenes como de precios. A comienzos de agosto, la exportación llevaba compradas con precio cerrado unos 3 millones de toneladas de trigo 2022/23. El grueso de estas operaciones se hizo seguramente aprovechando los precios altos del cereal, al coincidir con la invasión de Rusia a Ucrania. Pero el resto del saldo exportable, entre 7,5 y 8,5 millones de toneladas de trigo, se comercializará a los precios de próximos meses y también a valores del 2023, que en todos los casos se ubican hoy en niveles por debajo de los excelentes precios observados en los meses de mayor intensidad e incertidumbre del conflicto bélico en la Europa del este.

De acuerdo a proyecciones propias, el trigo 2022/23 podría estar generando un flujo de divisas del orden de USD 3.900 millones, lo que marcaría un retroceso de USD 800 millones respecto a lo que se estaría logrando en el ciclo 2021/22 que está en su etapa final y cerrando en el orden de los USD 4.700 millones. Esta caída en el ingreso de dólares se sentiría fundamentalmente en el 2023 considerando que, en las primeras semanas de comercialización del trigo nuevo, las operaciones que se observen probablemente sean aquellas logradas vía compras adelantadas y por tanto las que se cerraron en términos relativos a los precios más altos.