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Turismo: el cambio estructural está en marcha (18/03/2019)
Turismo: el cambio estructural está en marcha

La situación del sector turístico ha cobrado una mayor relevancia en los últimos años, lo cual obedece a diversos motivos. Por un lado, el mundo presta cada vez más atención a esta actividad como generadora de puestos de trabajo sustentables a futuro. En el plano local, a su vez, desde la asunción de Macri ha estado entre los sectores priorizados, esto es, Argentina se alineó con lo que ocurre en el resto del planeta.

Sin embargo, esta actividad económica estuvo en las primeras planas también porque manifestó el reflejo más exagerado del desbalance macroeconómico nacional. La salida de dólares por turismo fue récord año a año y la cantidad de argentinos que salían del país cada año duplicó a la de extranjeros que lo visitaban, especialmente en 2016 y 2017. Los problemas de competitividad se plasmaban con crudeza en la forma de millones de dólares de déficit en la cuenta de viajes y un marcado desbalance entre cantidad de turistas emitidos y recibidos.

El ajuste macro en Argentina llegó en 2018, implacable, y aún se sufren sus consecuencias en las actividades que dependen del mercado interno, que todavía permanece fuertemente deprimido, y por supuesto también se ve reflejado en las cifras del turismo.

Si se examina la evolución del ingreso de turistas por vía aérea, el cambio de tendencias se notó con fuerza recién desde los últimos meses de 2018, por lo que en el conjunto de los 12 meses, sólo se redujo en 1% el emisivo, mientras que el receptivo aumentó 7%, según cifras de INDEC.Los últimos 7 meses muestran una tendencia extremadamente favorable a la corrección del desbalance histórico en la balanza turística. De acuerdo con la última información disponible, en enero de este año ingresaron 26% más de turistas desde el exterior que en igual mes de 2018, mientras que en el caso de los egresos, se manifiestan cifras diametralmente opuestas, ya que en el primer mes del año salieron 20% menos de turistas que en igual mes del 2018. En diciembre, aunque con un saldo muy exíguo, se había presentado por primera vez en 46 meses un saldo positivo entre ingresos y egresos de turistas.

No hay ajuste sin costos, y estos se reflejaron en la evolución de turismo interno también. A partir de cifras de viajeros hospedados en alojamientos de Argentina, puede apreciarse que en 2018 se redujo la cantidad de viajeros residentes (nacionales) en 2%. Esta cifra esconde, también la dinámica que existió a lo largo del año, con una marcada disminución del número de viajeros en el segundo semestre, cuando se verificó una caída de 6% respecto de igual periodo en 2017.La menor salida de argentinos al exterior coincide con su menor capacidad adquisitiva para vacacionar, sea en Argentina o fuera del país.

Faltan las cifras oficiales de la temporada en enero, pero ya se vislumbra que existen situaciones heterogéneaspor región y segmento, mientras quesu evaluación puede dar lugar a diversas interpretaciones según la perspectiva de análisis que se escoja. A modo de ejemplo, aún cuando existieran cifras negativas para el conjunto del movimiento turístico interno en los primeros meses del año, dado el contexto recesivo general podría permitirse una lectura con algo de optimismo, si se compara con otros sectores productivos. Asimismo, algunas cámaras estiman cifras favorables en materia de cantidad de visitantes para el mes de enero, que habrá que ver si son validadas por la estadística oficial.De todos modos, lo que también es bastante aceptado es que, sea que el efecto neto sea de una cantidad similar de turístas, levemente mayor o menor que la del verano pasado, sin lugar a dudas en todo el territorio nacional se ha resentido fuertemente el nivel de gasto de los turistas residentes. En lo que queda de la temporada y en el resto del año, el turismo interno dependerá de la evolución del salario real, del empleo y del ambiente macro. Esto forma parte de una coyuntura inevitable para el sector, a partir del ajuste macroeconómico reciente.Otro aspecto que puede añadir optimismo al análisis es la performance creciente del turismo receptivo, que permite una compensación parcial (en algunos casos pequeña) que se verifica en casi la totalidad de regiones turísticas.

En ese sentido, el cambio estructural ya está en marcha, y difícilmente se revierta, con el turismo receptivo como punta de lanza y con una economía más competitiva en materia de precios. Se requerirá seguir avanzando en los factores de competitividad que permitan seguir aumentando y también sostener las cifras de visitantes que vienen desde el exterior. De acuerdo con las estimaciones del ranking de competitividad internacional turística, que elabora el Foro Económico Mundial, Argentina aprueba sobradamente en materia atractivos naturales y culturales, como también en la ausencia de epidemias graves (salvo la de inseguridad), y desaprueba en todo lo demás (infraestructura, redes TIC, impuestos, sostenibilidad ambiental, ambiente de negocios, etc.). Esto revela una importante agenda actual y a futuro, reforzando los logros ya alcanzados recientemente, a título de ejemplo, en materia de oferta aerocomercial y reposicionamiento de la marca Argentina en el mundo. Es importante notar que la mejora de la competitividad sistémica en materia de turismo también colaborará con una recuperación del turismo interno, más tarde o más temprano.

Finalmente, es oportuno resaltar por qué se requiere afianzar una nueva visión del rol que debe tener el turismo en la agenda de políticas pública. El sector se ha posicionado en alto nivel de prioridad por el hecho que en los últimos 7 años, que fueron de estancamiento general de la economía, consiguió ampliar su impacto en empleos registrados en un 9% (en hoteles y restaurantes), cuando el total de puestos privados creció apenas la mitad de ese guarismo en igual periodo. Se trata de una credencial muy importante, más un país que aún tiene a cerca de un tercio de sus habitantes por debajo de la línea de pobreza.

Fuente: Diario Alfil