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Las mañas de las góndolas que ya conoce Graciela (03/03/2020)
Las mañas de las góndolas que ya conoce Graciela

“Yo no necesito que el Estado me ordene nada, sé muy bien que los productos más baratos o de las pymes menos conocidas están abajo y bien escondidos; por eso los compro siempre”, dice Graciela. Va con regularidad a las grandes superficies y asegura ser una experta en reconocer las pequeñas firmas: tanto las que aparecen como las que se van.

El comentario es a propósito de uno de los puntos que regula la ley de góndolas, que es la exhibición de la mercadería. El proyecto, convertido en ley el viernes, se llama, en realidad, Ley de Fomento de la Competencia en la Cadena de Valor Alimentaria y Relación entre Proveedores y Supermercados. Falta aún la reglamentación, pero a priori aparece como la herramienta con la que el Estado pretende combatir los aumentos preventivos, controlar las expectativas inflacionarias y, por ende, forzar a la baja los indicadores que miden los precios.

La ley limita a que cada industria no ocupe más del 30% de la góndola (40% el primer año). Eso tendrá efectos prácticos elocuentes: Molinos, por ejemplo, es la fabricante de las marcas Luchetti, Mattarazo, Don Felipe, Canale, Terrabusi, Vicente y Gallo, que ahora también hace pasta. Cada marca tiene sus variantes: espagueti, tallarín, penne, dedalito, tirabuzón, moñito, codito, nido, etcétera. Hay 25 variedades de fideos secos Mattarazo, por ejemplo. Si se debe achicar al 30%, debería exhibir apenas “una fila” de productos, con un altísimo costo de reposición; de lo contrario, habrá faltantes. ¿Qué pasará con el empleo en Molinos, una empresa que en 2019 perdió 1.006 millones de pesos y acumula cinco mil millones en cuatro años? Si hoy pierde por no vender, perderá mucho más si le achican la presencia en góndola.

Otro 25% de la góndola deberá estar reservado para pymes y 5% adicional para productos originados por la agricultura familiar, la campesina, la indígena y por los sectores de la economía popular. La norma alcanza a los rubros de alimentos, de bebidas y de artículos de limpieza y tocador. ¿Qué pasará si no hay proveedores suficientes en cada rubro?

Además, en cada rubro el súper tiene que garantizar cinco proveedores: si tiene el 70% de espacio para distribuir y a Molinos, por continuar con el ejemplo, le da el 30%, a los otros cuatro le deberá dar el 10%. En una góndola grande, que tiene 7,5 metros de largo y seis estantes, le quedarán a cada industria tres estantes de un metro de ancho para ofrecer también todo su abanico de productos.

La norma tiene, por otra parte, un problema de alcance: abarca a supermercados y a las grandes superficies que tengan más de 50 sucursales y cuenten con más de 345 empleados. En esas condiciones hay apenas 13 empresas. Concentran una cuarta parta de las ventas minoristas, con lo cual la regulación será para apenas una porción del retail. Si el objetivo declarado es combatir los precios, la porción de terreno donde se librará la batalla es pequeña.

Es probable que, lejos de bajar, los precios suban. Esto podría suceder por dos motivos: que en el rubro no exista competencia suficiente y que a la cadena le resulte difícil contar con los cinco proveedores.

Ante eso, podría pasar que algunos de esos proveedores tengan precios altos y que la cadena, obligada a tener cinco, deba convalidarlos. Sin la obligación, la cadena no compraba a quien no ofreciera precios competitivos. La segunda razón tiene que ver con los costos fijos: si hay que reponer más a menudo, eso cuesta y se traslada a precios.

Otra regulación tiene que ver con la ubicación en la góndola: los productos más baratos tienen que estar en una ubicación equidistante entre la góndola de arriba y la de abajo. ¿Hay que medirlo? ¿Quién va a controlar eso?

Que la concentración existe, existe; pero no es una ley de góndolas la herramienta para limitarla, sino el área de Defensa de la Competencia. El Estado, en su afán de promover a la pyme como proveedora de la gran superficie, podría resignar una parte del IVA: esos productos costarían menos y el precio sería un mejor aliciente que el estante del medio. O podría darle crédito fiscal a la cadena que sume a pymes como proveedoras.

La sensación es que todos saben que esta ley mañosa es inaplicable e inefectiva. No se va a dar. Pero como las políticas económicas no han podido dar respuesta al cáncer de la inflación, pese a probar todas las recetas posibles, ordenar la góndola da la sensación de que algo se hace. Aunque sea para la tribuna.

Fuente: La Voz del Interior